miércoles, 22 de octubre de 2008

Leyendas Guanches (II): Tanausú

Bueno, hoy toca otra leyenda guanche: La historia del último Mencey de La Palma: Tanausú.


A poco de desembarcar Fernández de Lugo en la isla de La Palma, todos los soberanos de la isla habían pactado con él o habían sido reducidos, todos menos Tanausú, soberano de Aceró, "el lugar fuerte", la Caldera de Taburiente.
Era éste un lugar casi inexpugnable, rodeado de escarpados cerros, al que sólo se podía acceder por dos pasos: el barranco por donde se perdían en el mar las abundantes aguas de la Caldera, y otro, menos difícil, el llamado Adamacansis. Por este último paso decidió Fernández de Lugo penetrar en el reino de Tanausú. Sin embargo, enterado el rey pálmense de este movimiento, apostó a sus hombres en el mismo y obligó a los conquistadores retirarse.
Desistió entonces el castellano de este intento. Al poco tiempo intentó una nueva penetración, esta vez por el barranco, el cual estaba menos custodiado por entender el rey pálmense que era prácticamente inexpugnable. Enterado, sin embargo, de este osado movimiento, trasladó a sus guerreros al lugar haciéndoles frente con bravura tal que los hombres de Lugo volvieron a desistir del empeño.
Convencido de la dificultad de vencer a Tanausú en su terreno, Fernández de Lugo envió a un isleño amigo, Juan de Palma, a parlamentar con el bravo caudillo palmero, solicitando por su boca una entrevista para concertar una paz aceptable para todos. Respondió Tanausú afirmativamente al ofrecimiento. El conquistador pareció aceptar tales condiciones. Cumplidas éstas, Tanausú salió de la Caldera en dirección del territorio de Aridane, acampando en la Fuente del Pino.
Nada más concertar la entrevista comenzó Fernández de Lugo a urdir la traición. Cuando en la mañana del día acordado el caudillo palmense se dirigía al lugar previsto, los españoles, emboscados en el paso de Admacansis, iniciaron el ataque. Poco pudieron hacer los palmeros ante una estratagema tan inesperada. Numerosos fueron los muertos isleños y la victoria traicionera de los castellanos se consumó. Tanausú fue hecho prisionero y, cargado de cadenas, lo condujeron a bordo de sus barcos para llevarlos a España.

Se cuenta que el rey palmero, al ser encadenado gritó: ¡¡Vacaguaré!!, es decir, ¡Quiero morir!. Cuando el barco que lo conducía a España se alejaba más y más de que querida tierra, más profunda era la tristeza del prisionero. Nada dijo, nada bebió. Nunca llegó a la Península, el mar fue su tumba.



Fuentes: www.mundoguanche.com // http://emiliojhm.galeon.com/aficiones695183.html

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